miércoles, 10 de septiembre de 2008

Artritis Reumatoidea


La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad sistémica autoinmune de curso lento, caracterizada por provocar inflamación crónica de las articulaciones, que produce destrucción progresiva con distintos grados de deformidad e incapacidad funcional. En ocasiones, su comportamiento es extraarticular: pudiendo afectar a diversos órganos y sistemas, como ojos, pulmones, corazón, piel o vasos.

Se afectan primero las articulaciones pequeñas de las manos, falanges y muñecas y las de los tobillos. Es más frecuente en mujeres, en razón de 3:1. Se estima que el 1% de la población sufre de esta enfermedad. Se presenta con mayor frecuencia entre los 30 y 50 años de edad, pero también puede ocurrir en niños. Es más frecuente en individuos con anticuerpos HLA-DR4 y HLA-DR1 (presentes en blancos y japoneses).
En el 80% de los casos se detecta el factor reumatoideo en la sangre, el cual corresponde a un conjunto de anticuerpos. Especialmente fáciles de detectar son los anticuerpos 19S, IgM, IgG e IgA contra el fragmento Fc de IgG. Así se constituiría una molécula mayor autoantigénica IgG que produciría los anticuerpos específicos o el factor reumatoideo y con ello posteriormente, los complejos inmunes. El método habitual detecta el factor reumatoideo IgM hasta en el 70% de los casos. El factor reumatoideo puede encontrarse en algunos casos de lupus eritematoso generalizado, esclerodermia, dermatomiositis y otras enfermedades, como rubéola, lepra, malaria, y, además, en algunos individuos normales.

Los complejos inmunes son fagocitados por monocitos y leucocitos en el tejido sinovial, con liberación de enzimas y otros productos. También se desarrolla inmunidad celular con participación de linfocitos T activados, linfocitos de auxilio y linfocitos B. El fenómeno inicial de la inflamación sinovial parece ser un daño de vasos pequeños.